Te explicamos qué son los recursos literarios de un poema, cuáles son las características y función de cada uno, con ejemplos.
¿Cuáles son los recursos literarios de un poema?
Los recursos literarios, también llamados recursos poéticos, recursos estilísticos o figuras retóricas, son formas de empleo del idioma que permiten potenciar o embellecer el mensaje. Para esto emplean de manera intencional elementos como el ritmo, la sonoridad y el significado. Se trata de mecanismos verbales comunes tanto en el habla cotidiana como en las obras literarias, tales como cuentos, novelas o poemas.
Tradicionalmente, este tipo de recursos alcanzan su punto más elevado de elaboración en la poesía, dado que es el más libre y el más expresivo de todos los géneros literarios. Así, en un mismo poema pueden hallarse diferentes figuras literarias, algunas de las cuales tienen que ver con el sentido o el significado de las palabras y las frases (figuras de pensamiento), mientras que otras tienen que ver con la manera en que dichas palabras y frases suenan (figuras de dicción).
Las principales figuras literarias que suelen emplearse en un poema son:
Figuras de pensamiento:
- La metáfora
- El símil o comparación
- La hipérbole
- La metonimia
- La sinécdoque
- El oxímoron
- La personificación
- La sinestesia
Figuras de dicción:
- El hipérbaton
- La aliteración
- La anáfora
- El asíndeton
- El polisíndeton
- El retruécano
Ver además: Lenguaje literario
La metáfora
Una metáfora (del griego metaphora, “desplazamiento”) consiste en el uso de una palabra o expresión en el lugar de otra cuyo significado literal es diferente, para así establecer una relación de semejanza entre las dos. Este nuevo sentido se puede establecer a través de una descripción, calificación o definición, y su potencia expresiva se debe a que las dos palabras no suelen normalmente utilizarse de esa misma manera.
Por ejemplo, en el poema “Dos cuerpos” de Octavio Paz (1914-1998) se leen los versos:
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Se afirma que los cuerpos son dos piedras y la noche es un desierto, pero no se lo hace de manera literal, sino para establecer una comparación entre los cuerpos de dos amantes y dos piedras que se hallan una frente a la otra en medio del desierto. Con esto se busca transmitir la sensación de que nada más importa alrededor y de que los cuerpos son incapaces de abandonarse. Asimismo, más adelante, se lee:
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago
En estos versos se establece otra relación de semejanza entre los dos cuerpos de los amantes y dos navajas, es decir, dos objetos filosos, peligrosos, capaces de causarse dolor, y asimismo entre la noche y un relámpago, es decir, algo efímero, veloz, deslumbrante, pero riesgoso.
La metáfora es probablemente la más importante de las figuras poéticas, tanto es así que a menudo se emplea su nombre para referirse de un modo general al conjunto de las figuras retóricas.
Más en: Metáfora
El símil o la comparación
El símil es una figura literaria similar a la metáfora, en el sentido de que establece una relación de semejanza o parecido entre dos palabras o dos referentes, que se hallan presentes, vinculados de manera explícita mediante un nexo, que puede ser “como”, “cual”, “parecido a”, “semejante a”, entre otros. Al igual que ocurre con la metáfora, la potencia de la comparación depende de qué tan poco esperable sea la relación entre los dos términos.
Por ejemplo, en el poema “XVIII” del venezolano Juan Sánchez Peláez (1922-2003) se lee:
Los recuerdos son como lobos que
dan varias vueltas en un zaguán
En esta imagen se establece expresamente una semejanza o comparación entre los recuerdos y los lobos que dan vueltas en el zaguán o portal de una casa, queriendo así decir que son inquietos, feroces, salvajes, incontrolables.
Otro ejemplo lo constituyen los versos del poema “XV” del chileno Pablo Neruda (1904-1973):
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
En ellos se compara a la mujer amada con el alma del poeta y con la palabra “melancolía”, asociada en la tradición occidental con el recuerdo, la vida contemplativa y la añoranza del pasado.
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La hipérbole
La hipérbole o exageración consiste en el agrandamiento del sentido de lo expresado (cantidades, magnitudes, etcétera) para así evocar una mayor intensidad en lo dicho. Esta exageración puede darse en el marco de una comparación, o directamente en la construcción del verso, pero nunca se ofrece a la interpretación literal.
Por ejemplo, en los versos del poema “Elegía” del español Miguel Hernández (1910-1942) se lee:
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
Y siento más tu muerte que mi vida.
Al afirmar que ninguna extensión (o sea, ninguna distancia) es mayor que la herida en su ánimo, el poeta establece una comparación superlativa, es decir, expresa su dolor por la muerte de su amigo en términos máximos, imposibles. Lo mismo ocurre cuando afirma que “siente más” su muerte que la propia vida.
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La metonimia
La metonimia, también llamada trasnominación, se puede entender como un tipo de sustitución o metáfora, que consiste en intercambiar un referente por otro, valiéndose de algún tipo de relación estrecha entre los dos. Dicha relación puede ser de efecto por causa, de contenedor por contenido, de símbolo por cosa simbolizada, de instrumento por operador o de muchos otros tipos semejantes.
Por ejemplo, en los versos del poema “Desvelada” de la chilena Gabriela Mistral (1889-1957) se lee:
Como soy reina y fui mendiga,
ahora vivo en puro temblor de que me dejes
La palabra “temblor” en este caso se utiliza en lugar de “miedo”, dado que uno de los síntomas del pánico en las personas suele ser el temblor corporal. De este modo, se emplea el efecto (el temblor) en lugar de lo que lo causa (el miedo).
Otro ejemplo de la misma autora puede hallarse en “Poema del hijo”, donde se lee:
Cuarenta lunas él no durmiera en mi seno,
que sólo por ser tuyo me hubiese abandonado.
En este caso, “cuarenta lunas” se refiere a cuarenta noches, dado que la luna puede verse de noche. Por lo tanto, se toma una cosa (la luna) por su contexto (la noche).
La metonimia, al igual que la metáfora, es uno de los principales recursos poéticos conocidos, y se halla presente no solo en la poesía, sino también en el habla cotidiana.
Más en: Metonimia
La sinécdoque
Al igual que la metonimia y la metáfora, la sinécdoque consiste en tomar una palabra por otra, es decir, nombrar una cosa como si fuera otra. En este caso, sin embargo, debe existir entre ambas palabras una relación específica, que puede ser de la parte por el todo (por ejemplo, la ciudad capital por el país entero: “Washington anunció nuevas sanciones internacionales”), o del todo por una parte (por ejemplo, el país entero por la ciudad capital: “En Estados Unidos la gente visita a menudo la Casa Blanca”). La sinécdoque se considera a menudo un tipo específico de metonimia.
Puede hallarse un ejemplo de sinécdoque en el soneto “Inscripción en el túmulo de Don Pedro Girón, Duque de Osuna, Virrey y Capitán General de las dos Sicilias” del español Francisco de Quevedo (1580-1645), en el que se lee:
De la Asia fue terror, de Europa espanto,
y de la África rayo fulminante;
los golfos y los puertos de Levante
con sangre calentó, creció con llanto.
Al referirse a Asia, Europa y África, el poeta hace una sinécdoque del todo por la parte, ya que atribuye a estos continentes enteros el conocimiento del fallecido Virrey, en lugar de mencionar las ciudades o regiones específicas.
Otro ejemplo del mismo autor puede hallarse en el soneto IX, “Túmulo de Escévola”, en el que se lee:
tú, cuya diestra fuerte, si no errara,
hiciera menos, porque no venciera
un ejército solo cara a cara,
La mención a la “diestra” (es decir, al brazo derecho) del romano Murcio Escévola constituye una sinécdoque del personaje entero (es decir, la parte por el todo), ya que no fue el brazo derecho quien venció un ejército, sino el talento diplomático del personaje.
Más en: Sinécdoque
El oxímoron
El oxímoron consiste en la unión de dos términos contradictorios en una misma imagen poética. Es decir, se unen dos palabras cuyos significados normalmente se oponen.
Por ejemplo, en la “Oda a Francisco Salinas” del español Fray Luis de León (1527-1591) se lee:
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
En este verso la muerte y la vida parecen relacionados de un modo imposible, ya que la muerte es el fin de la vida; pero en este caso se trata de una muerte que “da” vida.
Otro ejemplo lo hallamos en el poema “En memoria de Angélica” del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), donde se lee:
Un breve mármol cuida su memoria;
sobre nosotros crece, atroz, la historia.
En este caso, la imagen del “breve mármol” tiende al oxímoron porque el mármol es un material duradero, de larga vida, razón por la cual se lo emplea para estatuas y monumentos. Sin embargo, comparado con la historia, el poeta lo encuentra “breve”, o sea, efímero, fugaz.
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La prosopopeya o personificación
La personificación consiste en otorgar características, acciones, emociones u otros rasgos humanos a un animal o un objeto. Esto se hace con el fin de obtener imágenes más potentes o de imprimirle a un objeto una carga emocional determinada.
Por ejemplo, en el poema “España, aparta de mí este cáliz” del peruano César Vallejo (1892-1938), se lee:
¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra maestra con sus férulas,
está madre y maestra,
cruz y madera, porque os dio la altura
vértigo y división y suma, niños;
está con ella, padres procesales!
Más adelante, en el mismo poema:
bajad la voz, que España está ahora mismo repartiendo
la energía entre el reino animal,
las florecillas, los cometas y los hombres.
El poeta atribuye a España un órgano corporal que no puede tener un país (el vientre), así como acciones e intenciones que los países -entidades abstractas- no pueden tener, ya que son rasgos estrictamente humanos. Sin embargo, al humanizar al país, el poeta puede describirlo y reflexionar sobre su importancia y su papel en la cultura de un modo más elocuente.
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La sinestesia
La sinestesia consiste en la construcción de imágenes en las que se mezclan las impresiones de los sentidos. Así, se combinan el gusto, el olfato, el tacto y la vista de un modo novedoso y expresivo. También puede consistir en atribuir impresiones sensoriales de un referente que no suele tenerlas, como ocurre cuando se habla de una “amarga noticia”. Las imágenes poéticas construidas de esta manera se denominan sinestésicas.
Un ejemplo de sinestesia se encuentra en el poema “Adolescencia” del español Juan Ramón Jiménez (1881-1958), en donde se lee:
En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
Y, también, en “Infancia” del mismo autor:
¡Infancia! ¡Campo verde, campanario, palmera,
mirador de colores: sol, vaga mariposa
que colgabas a la tarde de primavera,
en el cenit azul, una caricia rosa!
La sinestesia se manifiesta en cada caso a través de un sentido respectivo: el gusto (“dulce”) para describir la mañana, que el poeta emplea para describir la sensación del nuevo amor; y la vista (“rosa”) para describir la caricia de la infancia, ya que el color rosa se asocia con la ternura y los sentimientos maternos.
Más en: Sinestesia
El hipérbaton
El hipérbaton o trasposición consiste en la alteración de la sintaxis habitual de una oración o una frase, con el propósito de obtener una mayor musicalidad, una expresión original o para ajustar un verso a una métrica establecida. Existen cuatro tipos de hipérbaton:
- La tmesis o encabalgamiento léxico, que consiste en intercalar una palabra entre dos elementos de otra palabra compuesta. Por ejemplo, en lugar de “Nos llamarán antes de ingresar a mamá, me lo dijo el médico”, decir: “Nos llamarán antes, me lo dijo el médico, de ingresar a mamá”.
- El paréntesis, que consiste en introducir una palabra o una frase dentro de una oración, conservando un tono distinto en lo introducido. Por ejemplo: “Pedro Cruz, nombre curioso para un ateo, nació en el verano de 1960”.
- La anástrofe, que consiste en la inversión de dos términos sucesivos de la oración únicamente. Por ejemplo: “Y así los lémures llegaron a China” en vez de “Y así llegaron a China los lémures”.
- La histerología, que consiste en trastocar severamente el orden de los elementos de la oración, violentando el orden lógico de esta. Por ejemplo: “¡Perdamos y juguemos con todo el corazón!” en lugar de “¡Juguemos y perdamos con todo el corazón!”
En la poesía, el hipérbaton es una figura frecuente, especialmente cuando se trata de poemas rimados o con una métrica específica, ya que alterando la secuencia de los elementos del verso puede controlarse su sílaba final.
Por ejemplo, en el poema narrativo “Viaje al Parnaso” del español Miguel de Cervantes (1547-1616) se lee:
Arrojóse mi vista a la campaña
rasa del mar, que trujo a mi memoria
del heroico don Juan la heroica hazaña;
donde con alta de soldados gloria,
y con propio valor y airado pecho,
tuve, aunque humilde, parte en la victoria.
El orden lógico de lo dicho (la sintaxis) se encuentra alterado a lo largo de los tres últimos versos, de modo que se comienza con lo que regularmente sería el final de una oración, se introduce un paréntesis intermedio, y se finaliza con lo que normalmente sería el comienzo. Sin embargo, la concatenación de los versos permite que la memoria de la hazaña de don Juan evoque a su vez las hazañas de Cervantes en la batalla, lo cual en una sintaxis tradicional requeriría de otra estructura y más palabras.
Más en: Hipérbaton
La aliteración
La aliteración consiste en la repetición de sonidos dentro de una misma frase o un mismo verso, para obtener así una musicalidad poco convencional. Se considera un recurso estilístico, ya que no introduce cambios reales en la lógica de la oración, sino que apuesta por conservar un sonido.
Tradicionalmente, esto se hacía repitiendo el sonido de una sílaba dos veces en los versos de arte menor (o sea, de ocho sílabas o menos) y tres veces en los versos de arte mayor (más de ocho sílabas).
Uno de los más populares ejemplos de aliteración lo constituyen los versos del poema “Era un aire suave…” del nicaragüense Rubén Darío (1867-1916), en los que se lee:
¡Amoroso pájaro que trinos exhala
bajo el ala a veces ocultando el pico;
que desdenes rudos lanza bajo el ala,
bajo el ala aleve del leve abanico!
Aquí la repetición de sonidos se puede percibir a lo largo de los cuatro versos, especialmente en “exhala”, “bajo el ala”, “aleve” y luego “leve”, de modo tal que se producen rimas internas dentro de la estrofa y especialmente dentro del último verso, dotado de una especial sonoridad.
Algo similar ocurre más adelante en el mismo poema, cuando dice:
la marquesa alegre llegará al boscaje,
boscaje que cubre la amable glorieta,
donde han de estrecharla los brazos de un paje,
que siendo su paje será su poeta.
Aquí, sin embargo, los sonidos repetidos son las sílabas “aje”, tanto en “boscaje” como en “paje”, palabras que aparecen tanto en el medio de un verso, como al final de otro. Lo mismo ocurre con “siendo”, “su” y “será”, cuya repetición en el último verso produce un efecto sonoro particular.
Más en: Aliteración
La anáfora
La anáfora (del griego anaphora, “repetición”) consiste en la reiteración de una misma palabra o un mismo conjunto de palabras al comienzo de distintas frases o versos, para producir así una cadencia o una musicalidad.
Uno de los más célebres ejemplos de uso de la anáfora lo constituye el soneto satírico de Francisco de Quevedo titulado “Soneto a una nariz”, en el que se lee:
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa;
érase una nariz sayón y escriba;
érase un pez espada muy barbado;
En este caso, la repetición del “érase” inicial determina el ritmo del poema entero. Lo mismo ocurre en el poema “Cadáveres” del argentino Néstor Perlongher (1949-1992), en el cual se lee:
En la trilla de un tren que nunca se detiene
En la estela de un barco que naufraga
En una olilla, que se desvanece
En los muelles los apeaderos los trampolines los malecones
Hay Cadáveres
En este caso, la palabra reiterada para la anáfora es “En”, y se repite a lo largo de todo el poema, marcando un ritmo frenético que se vincula con el contenido político del texto.
Más en: Anáfora
El asíndeton
El asíndeton consiste en la supresión de un nexo o una conjunción en las partes de la oración o del verso en las que suelen normalmente aparecer, como es el caso de las enumeraciones. Esto se hace para conservar una cierta musicalidad que la conjunción interrumpiría, o bien para transmitir una impresión de prolongación, de agotamiento o eternidad, según sea el caso.
Por ejemplo, en el poema “XLVI” de la argentina Alfonsina Storni (1892-1938) se lee:
Como si tu amor me lo diera todo, me obstinaba en el milagro: clavando mis ojos en una planta pequeña, raquítica, muriente, le ordenaba: ¡Crece, ensancha tus vasos, levántate en el aire, florece, enfruta!
En este poema hay dos casos de asíndeton, ambos en el contexto de una enumeración: el de los atributos de la planta (pequeña, raquítica y muriente) y el de las órdenes que la poeta le daba: (crece, ensancha tus vasos, levántate en el aire, florece y enfruta). En ambos casos, la conjunción final de la enumeración ha sido eliminada.
Más en: Asíndeton
El polisíndeton
El polisíndeton es la figura contraria al asíndeton, y por lo tanto consiste en la construcción de versos con más conjunciones de las estrictamente necesarias. Esta incorporación funciona de un modo similar al de la anáfora, marcando un ritmo y permitiendo al poeta construir una musicalidad.
Por ejemplo, en el romance “La casada infiel” del español Federico García Lorca (1898-1936), se lee:
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
La repetición de “ni” constituye aquí una marca de ritmo, más que una necesidad de la sintaxis de los versos. Algo similar ocurre en el poema “En el infierno había un violoncello…” de la española Rosa Chacel (1898-1994), en el que se lee:
En el infierno había un violoncello
entre el café y el humo de pitillos
y cien aulas con libros amarillos
y nieve y sangre y barro por el suelo.
En este caso, la reiteración de la conjunción “y” es la que produce el efecto sonoro en el poema, que se traduce en una forma de velocidad o precipitación en el último verso.
Más en: Polisíndeton
El retruécano
El retruécano consiste en la reorganización de los términos de una frase o verso en la línea siguiente, de modo de obtener un sentido nuevo pero anclado a lo previo tanto en sentido como en sonoridad. A menudo esta figura se utiliza para construir un sentido irónico o burlesco.
Por ejemplo, en el poema “Hombres necios que acusáis” de la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) se lee:
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
En estas tres estrofas se puede apreciar tres casos de retruécano en los versos finales, cuya aparición refleja el planteamiento de una perspectiva diferente, invirtiendo a su vez los términos de la frase. De esta manera, además, el poema adquiere un tono irónico, mordaz, en consonancia con lo que anuncia en su título.
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Referencias
- “Tropo” en el Diccionario Español de Términos Literarios Internacionales (DETLI) de la Union Academique Internationale.
- Figuras retóricas. José Antonio Mayoral. Editorial Síntesis. Disponible en: https://fonetica23.files.wordpress.com/2018/04/mayoral-josc3a9-antonio-figuras-retc3b3ricas.pdf
- “Rhetorical figures” en University of Alberta (EEUU).